La flor aventurera

En el umbral del tedio Camina la locura Y se vuelve cruel

La leyenda del Unicornio

La historia del ser mágico más hermoso

LITERATURA PARA TODOS

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viernes, 13 de julio de 2012

Night Wizards la animación

anime, dibujos, manga, night wizards

La montaña



El niño empezó a trepar por el corpachón de su padre, que estaba
amodorrado en la butaca, en medio de la gran siesta, en medio del gran patio.
Al sentirlo, el padre, sin abrir los ojos y sotorriéndose, se puso todo duro
para ofrecer al juego del hijo una solidez de montaña. Y el niño lo fue
escalando: se apoyaba en las estribaciones de las piernas, en el talud del
pecho, en los brazos, en los hombros, inmóviles como rocas. Cuando llegó a la
cima nevada de la cabeza, el niño no vio a nadie.






-¡Papá, papá! -llamó a punto de llorar.





Un viento frío soplaba allá en lo alto, y el niño, hundido en la
nieve, quería caminar y no podía.



-¡Papá, papá!


El niño se echó a llorar, solo sobre el desolado pico de la
montaña.

Un cuento chino y un espejo



Un campesino chino se fue a la ciudad para vender la cosecha de
arroz y su mujer le pidió que no se olvidase de traerle un peine.


Después de vender su arroz en la ciudad, el campesino se reunió
con unos compañeros, y bebieron y lo celebraron largamente. Después, un poco
confuso, en el momento de regresar, se acordó de que su mujer le había pedido
algo, pero ¿qué era? No lo podía recordar. Entonces compró en una tienda para
mujeres lo primero que le llamó la atención: un espejo. Y regresó al pueblo.


Entregó el regalo a su mujer y se marchó a trabajar sus campos. La
mujer se miró en el espejo y comenzó a llorar desconsoladamente. La madre le
preguntó la razón de aquellas lágrimas.


La mujer le dio el espejo y le dijo:


-Mi marido ha traído a otra mujer, joven y hermosa.


La madre cogió el espejo, lo miró y le dijo a su hija:


-No tienes de qué preocuparte, es una vieja.

Dos reyes y una mujer


Todo aqel día permaneció Perceval en la roca y miraba al mar a lo lejos para saber si
pasaba alguna nave. Por más que miró hacia arriba y abajo no vio ninguna; se anima a sí
mismo y se reconforta en Nuestro Señor, rogándole que le proteja de tal forma que no
caiga en la tentación ni en engaño del diablo ni en mal pensamiento, sino que así como
el padre debe proteger al hijo, que así le proteja y le nutra a él. Tiende las manos hacia
el cielo y dice:
«Buen Señor Dios que en lugar tan alto como es la Orden de Caballería me dejasteis
subir y que me elegisteis como servidor vuestro, aunque yo no fuera nada digno; Señor,
por vuestra piedad no permitáis que yo salga de vuestro servicio, sino que sea como los
campeones buenos y seguros, que defienden bien la querella de su señor contra aquel
que sin motivo lo demanda. Buen Señor y dulce, concededme que pueda defender mi
alma, que os pertenece y es vuestra justa herencia, contra aquel que sin motivo la quiere
tener. Buen dulce Padre, que dijisteis de vos mismo en el Evangelio: "Yo soy el buen
pastor y el buen pastor arriesga su cuerpo por sus ovejas, cosa que no hace el malo, sino
que abandona a sus ovejas sin protección hasta que el lobo se las degüella y las devora
tan pronto como llega"; Señor, sed mi pastor defensor y guía, y que yo sea una de
vuestras ovejas. Y si sucede, buen Señor Dios, que yo soy la oveja número cien, la loca
y desdichada que se separa de las otras noventa y nueve, yéndose alocadamente al
desierto, Señor, os ruego que tengáis piedad de mí y no me dejéis en el desierto, sino
que me hagáis volver a vuestra parte, que es la Santa Iglesia y la Santa Fe, donde están
las buenas ovejas y donde los hombres buenos, los buenos cristianos, permanecen, de
tal forma que el Enemigo, que de mi sólo pide la sustancia, es decir, el alma, no consiga
alcanzarme sin protección.»
Cuando Perceval dijo esto, vio venir hacia él al león por el que había luchado contra la
serpiente. No parecía que quisiera hacerle daño, sino que se le acercó con muestras de
gozo. Cuando Perceval lo ve lo llama y viene hasta él estirando el cuello y la cabeza. El
león se queda ante él como si fuera el animal más manso del mundo; se acuesta delante
y le apoya la cabeza en el hombro y espera así que la noche llegue oscura y negra; se
duerme ante el león y no tiene ganas de comer pues pensaba en otras cosas.

Las gran vacaciones de Homero Simpson


La mejor serie animada de toda la historia de la tv

El soldado que contaba historias

 
Había un soldado que había vuelto de la guerra. Le gustaba gustaba contar siempre sus hazañas pero temía que un día descubriesen que la mayoría de ellas eran inventadas. Un día se encontró con un compañero de batallas y lo invito a unirsele. Y de este modo inventaron una compañía de artistas ambulantes que recorrían los pueblos y contaban historias de héroes y batallas.

La ardilla ladrona

 
Había una ardilla vieja que vivía en una casita arriba de un cocotero. Le gustaba fumar habanos en los atardaceres y recordar los tiempos de su juventud pues temía morir algún día. Un día se encontró con una bellota de oro que tenía un brillo mágico y angelical. La ardilla vieja la abrazó con felicidad pues comprendió que era la única razón por la que siempre había vivido. Con su bellota, entre sueños, despertó de nuevo con el extraño sabor de haber soñando algo importante.

El cuento de Merlin el Mago


Hace muchos años, cuando Inglaterra no era más que un puñado de reinos que batallaban entre sí, vino al mundo Arturo, hijo del rey Uther.La madre del niño murió al poco de nacer éste, y el padre se lo entregó al mago Merlín con el fin de que lo educara. El mago Merlín decidió llevar al pequeño al castillo de un noble, quien, además, tenía un hijo de corta edad llamado Kay. Para garantizar la seguridad del príncipe Arturo, Merlín no descubrió sus orígenes.
Cada día Merlín explicaba al pequeño Arturo todas las ciencias conocidas y, como era mago, incluso le enseñaba algunas cosas de las ciencias del futuro y ciertas fórmulas mágicas. estrellas.gif (1609 bytes)
Los años fueron pasando y el rey Uther murió sin que nadie le conociera descendencia. Los nobles acudieron a Merlín para encontrar al monarca sucesor. Merlín hizo aparecer sobre una roca una espada firmemente clavada a un yunque de hierro, con una leyenda que decía:

"Esta es la espada Excalibur. Quien consiga sacarla de este yunque, será rey de Inglaterra"

L os nobles probaron fortuna pero, a pesar de todos sus esfuerzos, no consiguieron mover la espada ni un milímetro. Arturo y Kay, que eran ya dos apuestos muchachos, habían ido a la ciudad para asistir a un torneo en el que Kay pensaba participar.
Cuando ya se aproximaba la hora, Arturo se dio cuenta de que había olvidado la espada de Kay en la posada. Salió corriendo a toda velocidad, pero cuando llegó allí, la puerta estaba cerrada.

A turo no sabía qué hacer. Sin espada, Kay no podría participar en el torneo. En su desesperación, miró alrededor y descubrió la espada Excalibur. Acercándose a la roca, tiró del arma. En ese momento un rayo de luz blanca descendió sobre él y Arturo extrajo la espada sin encontrar la menor resistencia. Corrió hasta Kay y se la ofreció. Kay se extrañó al ver que no era su espada.

A rturo le explicó lo ocurrido. Kay vio la inscripción de "Excalibur" en la espada y se lo hizo saber a su padre. Éste ordenó a Arturo que la volviera a colocar en su lugar. Todos los nobles intentaron sacarla de nuevo, pero ninguno lo consiguió. Entonces Arturo tomó la empuñadura entre sus manos. Sobre su cabeza volvió a descender un rayo de luz blanca y Arturo extrajo la espada sin el menor esfuerzo.
Todos admitieron que aquel muchachito sin ningún título conocido debía llevar la corona de Inglaterra, y desfilaron ante su trono, jurándole fidelidad. Merlín, pensando que Arturo ya no le necesitaba, se retiró a su morada.
Pero no había transcurrido mucho tiempo cuando algunos nobles se alzaron en armas contra el rey Arturo. Merlín proclamó que Arturo era hijo del rey Uther, por lo que era rey legítimo. Pero los nobles siguieron en guerra hasta que, al fin, fueron derrotados gracias al valor de Arturo, ayudado por la magia de Merlín.
Para evitar que lo ocurrido volviera a repetirse, Arturo creó la Tabla Redonda, que estaba formada por todos los nobles leales al reino. Luego se casó con la princesa Ginebra, a lo que siguieron años de prosperidad y felicidad tanto para Inglaterra como para Arturo.
"Ya puedes seguir reinando sin necesidad de mis consejos -le dijo Merlín a Arturo-. Continúa siendo un rey justo y el futuro hablará de tí"

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