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viernes, 10 de junio de 2011

El hombre de vidrio, de madera, de hielo y otros

Tomado un personaje, ya creado (como la Befana o Pulgarcito) o producto de nuestra propia fantasía (como el hombre de vidrio, por decir el primero que me viene en mente) sus aventuras se podrán deducir de sus características, de acuerdo con una lógica fantástica o a una lógica real. O de acuerdo con ambas.
Si aceptamos la propuesta del hombre de vidrio, éste tendrá que actuar, moverse, entablar relaciones, sufrir accidentes, provocar sucesos, atendiendo sólo a la materia de que está hecho.

El análisis de esta materia nos ofrecerá la regla del personaje.

El vidrio es transparente. El hombre de vidrio es transparente. Se le leen los pensamientos en la cabeza. No necesita hablar para comunicarse. No puede decir mentiras ya que se las verían en la cabeza, a menos que lleve sombrero. Mal día, aquel en que todos los habitantes del país de los hombres de vidrio empiecen a llevar sombrero, y empiecen a ocultar sus pensamientos.

El vidrio es frágil. Por este motivo, la casa del hombre de vidrio deberá estar toda tapizada. Las aceras estarán alfombradas con colchones. Prohibido el apretón de manos (!). Prohibidos los trabajos pesados. El auténtico médico del pueblo es el vidriero.

El vidrio puede ser de colores. Y lavable. Etcétera. En mi enciclopedia se le dedica al vidrio cuatro grandes páginas, y casi en cada línea se encuentra una palabra que podría tener un significado especial en la historia de los hombres de vidrio. Todo está allí, en blanco y negro, junto a una serie de informaciones químicas, físicas, industriales, históricas, meteorológicas, etc. Cada cosa tiene su lugar asegurado en la fábula.

El personaje de madera debe guardarse del fuego que puede quemarlo, en el agua flota con facilidad, su puñetazo es seco como un bastonazo, si lo atraviesan no muere, los peces no se lo pueden comer: justo todas las cosas que suceden a Pinocho, porque es de madera. Si Pinocho fuese de hierro le pasarían otro tipo de aventuras.

Un hombre de hielo, de helado o de mantequilla, puede vivir sólo en un frigorífico, si no se funde: sus aventuras se sucederán entre el congelador y la lechuga fresca.

Un hombre de papel vitela tendrá aventuras diversas a las de un hombre de mármol, de paja, de chocolate, o de plástico; diferentes a las de un hombre de humo, o de leche de almendras.

En este campo, el análisis comercial y el análisis fantástico coinciden casi perfectamente. Y que nadie me venga con que con los vidrios lo mejor que se puede hacer son ventanas, y con el chocolate los huevos de Pascua, en lugar de fábulas: en este tipo de historias, más que en otras, la fantasía juega entre lo real y lo imaginario, en un vaivén que creo muy instructivo, y muy importante para llegar a dominar la realidad, remodelándola.

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